Tick Tick... Boom!: El reloj vs. los sueños.



"Tick Tick... Boom!" Dr: Lin-Manuel Miranda, Netflix.


-Y… ¿Qué te pareció la peli?

-No, no sé qué decir. Brutal. No sabía que el que hizo de Spiderman pudiera cantar tan bien, y esa actuación. Wow.

-Sí. A mi también me dejó muy sorprendida… ¡Y la música! Casi lloro con varias canciones. El amor, los sueños… No sé. Debería aprovechar mejor el tiempo para hacer mis cosas, ¿sabes?


Tick Tick Boom fue una película que pasó un poco desapercibida, algo de ruido hizo por las redes sociales en su momento, pero no el suficiente para que estuviera en la boca de todos. Esta película está basada en el musical de Jonathan Larson, donde dicho artista cuenta cómo la crisis de los 30 le afecta, pues lucha desesperadamente para tener un musical exitoso antes de llegar a esta edad, por lo que busca sacar adelante su sueño a como dé lugar. Esta película es protagonizada por Andrew Garfield, Robin de Jesús, Alexandra Shipp, y Vanessa Hudgens. 


La película transcurre un poco diferente a lo que el espectador esperaría en un inicio. Su historia está contada en un musical, y cuando sigo en, me refiero a que el musical será el narrador de su vida hasta llegar a su presente. Jonathan está en un teatro, con una gran audiencia, mostrando su gran obra, una obra sobre sí mismo. 


La historia comienza con Jonathan, quien es un hombre que trabaja como mesero en una cafetería, tiene una novia llamada Susan Wilson, y un mejor amigo llamado Michael. Jhonatan no vive feliz, vive en un apartamento pequeño que tiene muchos problemas: gotea, hace ruido, su espacio es pequeño. Sus finanzas no son mejores, a duras penas sobrevive. Sin embargo, Jhonatan tiene algo especial: él compone canciones, y no solo hace esto, sino que cuenta algo personal en cada una de ellas. Vemos una escena al inicio con sus amigos, donde sale una canción mientras habla con ellos, mostrando el talento de Jonathan y su pasión por crear. Su pasión contagia a los demás, quienes se unen a la canción de inmediato. Es un hombre que vive en un aparente fracaso, pero su llama sigue ardiendo. 


A una semana de su cumpleaños, Jonathan debe presentar su obra en el Workshop. Allí, podrá mostrar la historia en la que ha estado trabajando, un musical llamado Superbia, donde tiene puestas todas sus esperanzas. El gran problema es, que aunque la obra esté casi terminada, le hace falta la canción final, una que lo mantiene buscando a su alrededor algo de inspiración para escribirla. Su carrera está estancada, y las personas a su alrededor lo saben. Perdiendo la ilusión de verlo triunfar, su novia le sugiere un trabajo de docencia, el cual rechaza. Su mejor amigo le ofrece un trabajo en el área de publicidad, donde se critica cómo la creatividad es usada para tratar a las personas como consumidores. Jonathan sabotea a propósito esta oportunidad de trabajo, pues aunque represente una gran cantidad de dinero, él sabe que su arte es para algo más. 


A una semana del Workshop, Jonathan intenta balancear su vida personal, la entrega de su obra y su trabajo de mesero. Su mejor amigo, Michael, lo llama para contarle algo devastador, pero Jonathan lo corta sin escuchar pensando en escribir la canción. Su amigo lo entiende, total, ¿cómo le dirías a tu mejor amigo que tienes VIH? ¿Cómo le dices que estás en una época donde esto es un estigma, y donde tener VIH es una sentencia a muerte? No. Es mejor que él se concentre, y luego se tendrá esa charla, verdad… ¿Verdad?


Su novia, Susan, está preocupada por él, pero su novio está ausente, sus palabras no le llegan por más que lo intente. Quiere ayudarlo, quiere construir un futuro con él, pero él solo la evita. Lo más importante es el Workshop, su obra, ser alguien antes de los 30, el reloj suena, suena, avanza sin parar, y las voces de los demás se vuelven solo ruido. 


La semana avanza, él intenta seguir trabajando, salir a sus ensayos para que, las personas a su cargo, lleven a Superbia a lo más alto, pero sigue faltando la canción clave, la canción final. Se reúne con Michael un rato, y Jonathan habla desde su frustración como su amigo tiene todo lo que quiere, refiriéndose al aspecto económico, pero pronto su amigo le recrimina que al menos él es libre para amar, mientras él se muere de miedo tan solo tomando la mano de otro hombre en público. Jonathan se da cuenta de su gran error, pero no puede hacer mucho por enmendarlo. Debe concentrarse en la obra. El bloqueo del escritor se vuelve más grande, abarca su espacio, y se vuelve su gran némesis. Justo cuando tiene una buena idea, el universo parece en su contra y la energía se va de su apartamento, y mientras intenta resolver el problema, su novia llega. 


La canción de Therapy del musical se vuelve una explosión, que aparece la noche antes del Workshop. En el musical, la canción de Therapy tiene un tono alegre, casi de comedia, Jonathan y su compañera hablan de una discusión pero con una gran sonrisa. En el recuerdo de Jonathan, lo que se ve es a Jonathan desesperado por no encontrar el camino a la canción, y a Susan cansada de ser olvidada por él. Con lo contradictorio de la canción y la realidad, esta escena es perfecta para mostrar las prioridades de Jonathan… En la discusión donde su novia le advierte que se irá de su lado, él corre a abrazarla y, mientras “intenta” reconciliarse con ella, encuentra la melodía para su canción, moviendo sus dedos en su brazo. Sus vivencias, el drama, se transforman en aquello que tanto buscaba, así esto implique lastimarla. Ella, horrorizada, se da cuenta de ello, y decide marcharse. 


Ha dejado de lado sus amistades, las relaciones que tenía se han desmoronado, pero al menos tiene un indicio de qué puede escribir. Decide irse a la cama y, en la mañana, va a despejar su mente en una piscina. A veces las soluciones aparecen donde menos se piensa, y las notas con la letra de la canción aparecen en el agua donde él se refugia. Saliendo a toda velocidad, escribe la canción, y la presenta justo a tiempo. La canción que escribe se llama Come to your senses, una canción emotiva que muestra cómo el dolor de la ruptura se transforma en una canción poderosa, habla de cómo su ahora ex le grita que vuelva, que vuelva a ser él mismo, y aunque todos ven a Karessa Johnson (amiga de Jonathan y la cantante en el musical), él ve a su querida Susan. 


Jonathan recibe aplausos moderados, y felicidades de algunas personas en el Workshop, incluido su amigo Michael. Ahora solo le queda esperar que alguien se interese en patrocinar la gran obra de Superbia, para que todo tenga sentido. Hemos aprendido, con varias películas, que los sacrificios tendrán sentido, que todo vale la pena… Pero este no es el caso. Nadie se interesa por Superbia, nadie lo llama, y debe ir a trabajar en su trabajo de siempre. Al ir al café donde trabaja, encuentra a Susan felicitándolo por el Workshop, y dándole un pequeño regalo de sus felices 30. Entonces, ¿todo el sufrimiento es en vano si no tienes suerte?


Con las deudas encima, Jonathan habla con Michael para obtener el puesto que rechazó al inicio, pero esta vez su amigo, cambiando de idea tras ver el musical, le pide que siga insistiendo, que no se rinda con su sueño, él tiene talento y se lo hace saber… Junto a la noticia de que es VIH positivo. Su amigo, al ver todo lo que sacrificó, corre por New York hasta llegar a un piano, donde toca una canción emotiva sobre sus sueños y sobre sus relaciones. 


Jonathan llama a su agente, quien le da un consejo. Superbia fue su primera obra, pero no porque sea la primera es un éxito asegurado. ¿Y si habla de él? ¿Y si realmente se vuelve más personal en su arte? Así, volvemos al musical. Jonathan realmente sentía la presión del tiempo encima, y por más extraño que parezca, casi presentía su final. Decidido a seguir intentando, escribe Tick Tick… ¡Boom!, y deja hecha la obra Rent. Por medio de Susan, nos enteramos que la muerte es caprichosa, y decide llevarse a Jonathan la noche del estreno de Rent. Volviendo al musical de Tick Tick … ¡Boom!, que es la que cuenta sus peripecias, vemos a un Jonathan que no sabe que la muerte le espera pronto, disfrutando de presentar su vida por medio del arte. 


Se dice que todo sacrificio vale la pena al final, y seguramente cuando Jonathan se fue de este mundo, pudo morir con algo de satisfacción de que hizo lo que pudo por sus sueños, pues no sucumbió a perderse a sí mismo. Las obras de Tick Tick… ¡Boom! y  Rent son obras reconocidas de Broadway, y tristemente Jonathan hace parte de los artistas que, por caprichos de la muerte, no pudieron ver lo mucho que su pasión iluminó el mundo. Obras como Tick Tick… ¡Boom!, nacen de vivencias dolorosas, pero terminan resonando con los espectadores de formas que el artista no se imaginó. 


El espectador, o tú querido lector, podrías reflexionar sobre el camino que llevas, te preguntas si realmente olvidaste aquello que anhelaste con tanta fuerza… Y la película te recuerda que, aunque el reloj siga avanzando, en tus manos puedes tomar las riendas de tu destino.


¡Recuerda que cada semana escribo reseñas sobre material audiovisual, y que hay podcast que serán de tu interés!



Por: Yulieth Jasbleidy Nuñez Bernal (Jazzby)



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