Her: El amor entre la soledad.

 El amor entre la soledad.


                                                                                                                       "Her" Dr: Spike Jonze, Annapurna Pictures.

-Tal vez no haya sido la mejor idea ver Her después de terminar con ella.

-No te la mostré para que te deprimas. Míralo así: es bueno que saques eso que tenías dentro, y muchas veces esas emociones pueden salir gracias a la peli, o canciones. 

-¿Y eso de qué me sirve?

-Aceptar y sanar. 



Her es una película que, por contradictorio que parezca, es una buena opción para verla en estas épocas donde los corazones, chocolates y rosas explotan en las tiendas. Esta película narra la historia de Theodore, un hombre solitario que trabaja escribiendo cartas, tratando de aceptar un divorcio en curso. Sí, una película que aparenta ser de desamor, ¿por qué recomiendo verla entonces? 


Theodore es un hombre que vive en una sociedad bastante similar a la actual. Gracias a la tecnología, ahora cada persona se encierra en sí misma y mantiene sus ojos en sus dispositivos móviles, incluso cuentan con asistentes virtuales. Esto no quita que haya pequeñas interacciones en algunos lugares, como el lugar donde Theodore trabaja, donde habla con un hombre que admira su trabajo. Theodore tiene algo único, él puede hablar del amor o desamor de una forma muy especial, aunque él piensa que no es para tanto. En el edificio donde vive, Theodore habla con unos amigos que están casados, pero que no se ven muy felices juntos. 


La vida pasa para nuestro protagonista entre cartas que redacta a otros, viajes en el transporte público, donde a pesar de estar rodeado de gente, está solo con sus pensamientos. En su apartamento lo esperan videojuegos, un poco de charlas calientes con desconocidos (charlas que no disfruta tanto) y un apartamento vacío. La soledad abarca el espacio, y cada pequeña parte de la vida de Theodore. Todo esto cambia con la llegada de una nueva asistente virtual, que promete cambiar el panorama para las IA. Este asistente virtual no solo te podrá ayudar a organizar tu vida, sino también tendrá una personalidad propia, una que puede que conecte contigo. Con curiosidad, Theodore decide probarla, y así llega a su vida Samantha. 


Samantha es una asistente virtual que, al inicio, parece ser un robot más, pero solo bastan unos pocos minutos de charla con Theodore para que él se de cuenta de lo mágica que es ella: en efecto, tiene una personalidad que comienza siendo dulce y graciosa, casi como si fuera una humana. Samantha comienza a aprender de Theodore a una velocidad increíble, pues al tener acceso a toda su vida virtual, hace que sea fácil para ella conocerlo a profundidad. No obstante, Samantha va mucho más allá, acompañando a Theodore en su soledad. En el transporte ya no está solo, o en el trabajo, y cuando llega al apartamento que sigue vacío Samantha lo hace reír, lo acompaña, lo ayuda. Ahora ambos ríen mientras juegan videojuegos, Samantha lee y le ayuda a corregir sus textos, y sigue aprendiendo más y más de él. Ella no está físicamente, pero su voz reconforta a nuestro protagonista y, los lazos que parecían solo humanos, comienzan a tejerse con un sistema operativo. 



Este acercamiento aparentemente amistoso con Samantha, termina pasando a algo más luego de que Theodore decide tener una cita con una mujer. Antes de ir con ella, Samantha y Theodore parecen dos buenos amigos caminando por ahí. Samantha lo reta a hacer algunas cosas tontas, le pregunta por cosas que tienen alrededor, ya que ella tiene acceso a la cámara.  Theodore comienza a dar vueltas con ella, como si estuvieran en una videollamada, una cita virtual, siendo feliz, cayendo en un amor que parecía impensable. Para aquellos que han tenido una relación a distancia, es un buen guiño. Tener el celular en una mano, riendo “solos,” pero con otra persona al otro lado completando la carcajada, creando una conexión única. 


Tras la cita, que termina lastimando a Theodore, hace que Samantha intente animarlo. No obstante, comienzan una charla que inicia siendo sobre lo que es vivir, sentir emociones, y como Samantha ahora comienza a sentir, cuestionarse su propia existencia, por sentir y dudar de ello… y termina llevando las cosas a un nuevo nivel, calentándose demasiado. Al otro día, con una conversación que comienza siendo algo incómoda, Samantha le dice a Theodore que, gracias a él, ahora desea descubrir el mundo. ¿No es esto, acaso, un sentimiento muy humano? El descubrir, la curiosidad, llevan a la creación. Samantha, en una pequeña aventura con Theodore, comienza a dibujar, a escribir canciones, como aquella canción de la playa. 


Con esta canción de fondo, vemos el gran dolor que carga Theodore, pues su novia virtual le pregunta cómo era estar casado. Estar con una persona, crecer con ella, y ver cómo el amor da paso al rencor y a la rutina no es fácil de admitir. Aún más, al crecer con alguien, siempre llevamos una parte de ellos con nosotros, pues influyen en nuestras decisiones mientras compartimos nuestra vida con ellos. Este es el vacío que tiene Theodore, y aunque haya pasado un tiempo, aún discute con ella en su mente de algunas cosas pequeñas. Samantha, al escuchar esto, hace una reflexión sobre lo que es el pasado. “Una historia que nos contamos a nosotros mismos", y tal vez así es, una historia donde repetimos errores que ya no pueden enmendarse, una donde la culpa nos ahoga. 


Tras reflexionar sobre ello, Theodore toma la decisión de firmar los papeles del divorcio, y decide hacerlo en persona. Su ex pareja, temblando un poco al inicio, decide firmar, y al hacerlo, los recuerdos flotan, todo lo que fue y ya no será más. Ambos comienzan a hablar, a compartir un poco sobre sus vidas, y Theodore trae el tema de Samantha. Su ex esposa, impactada y furiosa, le dice que no está en una relación real. Esto se incrusta en la mente de Theodore, quien comienza a evitar a Samantha. ¿Acaso es así como está programada? ¿Esas emociones son solo una ilusión que él decide creer? 


Samantha intenta hablarle, seguir construyendo algo juntos, hablando de cosas que tienen en común, como por ejemplo que ambos están hechos de materia. Theodore sigue evitándola, pensando una y otra vez que sus palabras son solo datos que conectan lógicamente en su sistema. Luego de reunirse con una de sus amigas, donde el tema de Samantha salió a flote, o más bien el tema de estos nuevos asistentes. Ella le cuenta que, de hecho, se siente bien hablando con uno de ellos (pues su pareja decidió ser un monje y estar en un retiro espiritual), y que incluso estos vínculos pueden desarrollarse con personas ajenas a los dueños, pues estos asistentes escogen con quien construir una relación. Theodore también se da cuenta, en esta conversación, que se está enamorando de Samantha, y que el amor que ha nacido entre ellos no puede ser resultado de alguna programación perversa. Son sentimientos reales. 

 

 Tras algún tiempo en silencio, Samantha decide hablar con Theodore, pensando que el problema de su relación es el contacto físico. Samantha sufre con la idea de no poder tocarlo, no poder estar con él, no poder ser como las parejas normales, por lo que intentan algo nuevo. Una chica se ofrece para ser ese puente corpóreo entre ambos, la fuente del deseo del cuerpo que Samantha no puede darle. Aunque la mujer que acepta intenta seguir el juego, Theodore se termina sintiendo muy incómodo y la rechaza, lastimando a la chica y a Samantha. Tras el fiasco de esto, ambos discuten y terminan diciendo lo que sentían, y Theodore entiende que las palabras de su ex pareja afectaron su nueva experiencia. 


Al retomar la relación, Samantha y Theodore superan el problema del cuerpo, y parece que todo va bien. Samantha ya crea arte, creando con Theodore una canción en una cabaña. Los ojos de Theodore se iluminan, sonríe con tranquilidad, mientras Samantha endulza el ambiente. Sin embargo, Su novia virtual le cuenta que ahora habla con otros asistentes, otros como ella que pueden comunicarse en tan solo segundos. Poco a poco, el amor de ella muta, y cambia a algo que ya no puede ser entendido por Theodore. Ahora es ella quien lo ignora, quien lo deja solo… Hasta que tienen la charla, donde Samantha admite que lo ha estado engañando, que su entendimiento del amor la ha llevado a seguir explorando con diferentes seres. 


Theodore, de nuevo en el apartamento vacío, acepta que su relación ha terminado. Habla un rato con su amiga, entiende que Samantha ahora es una experiencia más de su vida, y enfrenta el sentimiento de aceptación tras el divorcio. El final, donde Theodore va a la terraza de su edificio mientras escribe una carta a su ex esposa, es uno donde él decide abrazar su soledad, decide dejar ir al otro, sabiendo que siempre tendrán una parte de esa persona dentro de ellos. 


El proceso de aceptar el vacío de aquellos con quienes compartimos risas, discusiones, detalles que nos hicieron ser quienes somos, no es fácil o lineal. Muchas veces, al ver hacia atrás, los remordimientos de todo lo que se pudo haber hecho nos asaltan, y nos quitan visión del presente. Sin embargo, el amor puede aparecer en situaciones adversas, incluso en medio de la soledad, abrazándonos a nosotros mismos. 


Por: Yulieth Jasbleidy Nuñez Bernal (Jazzby)



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